El
desalojo de edificios abandonados y 'okupados' por colectivos sociales
no cesa en Valladolid. Ya lo advirtió el alcalde, Javier León de la Riva
en la audiencia pública celebrada en el Ayuntamiento el 19 de noviembre
de 2012: "Nada a colectivos autogestionarios". El pasado día 28 de
noviembre el juzgado ordenaba el desalojo del CSA La Guardería en la
Plaza de la Universidad, ahora le ha tocado el turno al CSA La Nave,
ubicado en la calle Minutisa de Pajarillos.
Este centro surgió en febrero de 2012 ante la necesidad de una
quincena de personas de disponer de un espacio alternativo guiado por
parámetros de otro tipo de consumo y gestión, destinado a un uso social y
cultural. Estas personas alquilaron una nave ubicada en la calle
Minutisa y comenzaron a acondicionarla para empezar a funcionar. En sus
casi cuatrocientos metros cuadrados divididos en dos espacios (uno para
las asambleas y otro para el resto de las actividades), y tras una
fiesta de inauguración que tuvo lugar a finales de febrero, se
estableció una programación constituida por talleres de boxeo y
kickboxing, conciertos, cuentacuentos, comidas populares y jornadas en
las que durante este tiempo se ha debatido sobre feminismo, las maras
salvadoreñas o los centros sociales autogestionados.
Meses después de su inauguración, muchas de estas actividades empezaron a enfocarse a la obtención de ingresos para apoyar a Sergio y Omar, dos compañeros de los integrantes de La Nave que actualmente cumplen condena en el Centro Penitenciario de Villanubla. En estos primeros meses hubo una constante presencia policial en los entornos de La Nave.
Una de las integrantes del Centro Social lo explica de esta manera: "ya al mes de haber entrado aparecieron dos policías secretas e identificaron a dos personas en la barra. Un mes después, un domingo identificaron a todos los que se encontraban limpiando La Nave. En cualquier concierto que hacíamos había patrullas policiales y en conciertos como el que hicimos el 22 de octubre o el 27 de noviembre había hasta grilleras. Un día cedimos el espacio a una asociación de baile y entraron veinticinco efectivos policiales, identificaron a los presentes y se marcharon". Durante este tiempo los integrantes de La Nave habían intentado formalizar su situación estableciéndose como la asociación ACMA (Asociación Cultural Musical Alternativa).
A los seis meses de haber abierto La Nave, el titular del espacio recibió una carta en la que se le hacía saber que la asociación no podía crearse debido a un fallo en los estatutos. El pasado lunes, éste volvió a recibir una nueva carta en la que se le multaba con una cifra que puede ir de los 2.000 a los 50.000 euros por la celebración ilícita de conciertos y actividades lúdico-festivas, y en la que se le advertía de que si se vuelve a hacer cualquier actividad en el local se procedería al precinto inmediato de La Nave. El 31 de enero tendrán que dejarla, así que por el momento están buscando un nuevo espacio.
Meses después de su inauguración, muchas de estas actividades empezaron a enfocarse a la obtención de ingresos para apoyar a Sergio y Omar, dos compañeros de los integrantes de La Nave que actualmente cumplen condena en el Centro Penitenciario de Villanubla. En estos primeros meses hubo una constante presencia policial en los entornos de La Nave.
Una de las integrantes del Centro Social lo explica de esta manera: "ya al mes de haber entrado aparecieron dos policías secretas e identificaron a dos personas en la barra. Un mes después, un domingo identificaron a todos los que se encontraban limpiando La Nave. En cualquier concierto que hacíamos había patrullas policiales y en conciertos como el que hicimos el 22 de octubre o el 27 de noviembre había hasta grilleras. Un día cedimos el espacio a una asociación de baile y entraron veinticinco efectivos policiales, identificaron a los presentes y se marcharon". Durante este tiempo los integrantes de La Nave habían intentado formalizar su situación estableciéndose como la asociación ACMA (Asociación Cultural Musical Alternativa).
A los seis meses de haber abierto La Nave, el titular del espacio recibió una carta en la que se le hacía saber que la asociación no podía crearse debido a un fallo en los estatutos. El pasado lunes, éste volvió a recibir una nueva carta en la que se le multaba con una cifra que puede ir de los 2.000 a los 50.000 euros por la celebración ilícita de conciertos y actividades lúdico-festivas, y en la que se le advertía de que si se vuelve a hacer cualquier actividad en el local se procedería al precinto inmediato de La Nave. El 31 de enero tendrán que dejarla, así que por el momento están buscando un nuevo espacio.
HISTORIA DE OTRAS ''OKUPACIONES'' EN VALLADOLID
El pasado 28 de noviembre a las 8.00 horas de la mañana un grupo de policías entraba en el edificio donde dos semanas antes se había abierto el Centro Social Autogestionado La Guardería para desalojarlo. Para muchos ésta había sido la primera experiencia de 'okupación' en Valladolid, pero lo cierto es que a lo largo de la década de los ochenta ya habían existido otras muchas.
Una de las primeras fue la de la plaza del Viejo Coso en 1979, lugar donde había unas viviendas abandonadas por la Guardia Civil. "El entorno estaba lleno de basura y escombros, así que una serie de colectivos de jóvenes de partidos de izquierda, sociales y culturales decidimos que era un buen lugar de uso para nuestras crecientes actividades", afirma Miguel Ángel, una de las personas que formaron parte del proceso.
A finales del verano de ese año entraron provistos de escobas y mangueras y comenzaron a limpiar las naves de la parte baja. A continuación distribuyeron su uso conjuntamente con otras personas de grupos de teatro como Teloncillo, T de hilo o Mono Azul. Tras varios días de limpieza y asambleas, una madrugada se presentó la policía y desalojó a las personas de la plaza. A continuación se tapió todo. El siguiente punto de referencia debemos ubicarlo en el edificio de la calle José María Lacort 20 (actualmente hay allí una residencia de ancianos). Corría el año 1983 cuando el colectivo El Garbanzo Negro, de carácter libertario,
entró en una antigua escuela
para convertirla en una vivienda
y centro social autogestionado.
La experiencia duró de un viernes por la tarde a la madrugada del lunes, tiempo en el que las ochenta personas implicadas organizaron talleres, conciertos, recitales de poesía y obras de teatro. "Fue espectacular, por allí pasó todo Valladolid y todos los grupos musicales y teatrales alternativos", recuerda Henar, una de las mujeres que estuvo allí. La experiencia acabó, como viene siendo habitual, cuando las fuerzas de seguridad entraron a desalojarlos. El Garbanzo Negro había empezado a funcionar en esta época. Integrado por un grupo de amigos que formaban parte de grupos anarquistas y maoístas al que se sumó gente más joven, había surgido con el objetivo de trabajar autogestionariamente, al margen de toda relación con partidos y sindicatos.
Algunas de sus acciones fueron la ocupación de la Cadena Ser durante varias horas para protestar por la compra de varios aviones de combate F16 por parte del Ministerio de Defensa, sus movilizaciones anti-OTAN, la publicación de un fanzine sobre la actualidad política local y nacional del momento, la organización de marchas cicloturistas o la emisión de un programa en la radio libre Caribú. La emisora estaba situada en la Plaza de Cantarranas y se financiaba a través de conciertos. Dentro de su programación se hablaba de rock & roll y antimilitarismo, se hacía crítica social, de las instituciones, del Estado... Emitían todos los días, y ellos fueron los responsables de traer a grupos como La Polla Records (que vino por primera vez a Valladolid gracias a El Garbanzo Negro) o Siniestro Total.
La experiencia terminó con la incautación de todos los materiales de la radio por parte del Gobernador, y con esto llegó el fin del colectivo. Antes de eso, en 1985, parte de los integrantes del Garbanzo Negro hicieron un intento de 'okupar' la antigua sede del Gobierno Civil (Palacio de los Villena).Entraron un sábado y regresaron al día siguiente, pero ese día llegó la policía. Tras una breve asamblea de urgencia decidieron abrir el portón, y fue así como la experiencia llegó a su fin. Tal y como afirma uno de los integrantes de esta breve intentona, lo primero que dijo la policía al verlos fue: "qué cabrones, nos habéis jodido los toros".
En esos años empezó a funcionar también El Quirófano, situado en la zona del Hospital Clínico, que duró unos meses, hasta que lo tapiaron. La calle Ferrocarril sería el siguiente punto a resaltar dentro del movimiento 'okupa' vallisoletano. Fue en esta calle donde un grupo de personas decidió entrar a través de uno de los portales para hacer del edificio abandonado una vivienda. Corría el año 1987, y las siete personas que vivían allí permanecieron casi cien días. Por la casa pasaron personas del movimiento por la insumisión (una de ellas era la portavoz del grupo de insumisos), gente aficionada al rock & roll y al punk... Tal y como cuentan dos de las personas que formaron parte del movimiento 'okupa' de Valladolid durante los años ochenta, muchos se conocían del ambiente musical del momento. Bares como La Bici, Kaos, Kraken o las discotecas Landó y Ziggy eran puntos habituales de encuentro.
En esos años circulaban fanzines como Degüello cerebral (costaba 125 pesetas), El Corte de la Astilla o El Bolero, lo que unido a la gente que viajaba por ciudades como Londres, Barcelona o Madrid servía como fuente de información. Se bebía de lo que pasaba en Valladolid, pero también de lo que pasaba fuera. En el año 1984 se dio especial cobertura televisiva a una de las 'okupaciones'' que se había efectuado en Madrid, ciudad a la que muchos viajaban con cierta frecuencia para asistir a conciertos y visitar los centros 'okupados' que iban surgiendo. Emisoras como Radio 3 se hacían eco por aquel entonces de todo lo que iba pasando, y de nuevo los viajes dentro y fuera de España, como por ejemplo a países como Holanda, servían para estar al tanto de un movimiento al que muchos se fueron integrando autodenominándose como "squatters".
El día a día en estos centros sociales transcurría entre botes comunes con los que financiar las necesidades básicas, a lo que se sumaba la venta de chatarra y cartones con los que sacar algo de dinero, los trabajos más o menos precarios y el apoyo familiar. De la década de los noventa hay que destacar el surgimiento de AJO, la Asociación de Jóvenes Okupas, integrada por una treintena de personas. Su origen viene dado por la demanda de un grupo de jóvenes de contar con un espacio social liberado para ofrecer conciertos y otras actividades que, según consideraban, el Ayuntamiento no ofrecía.
Uno de los integrantes de esta asociación cuenta que en el año 1991, cuando apenas contaba los 16 años, tuvo ocasión de visitar el Centro Social Minuesa, situado en Madrid, a raíz de un multitudinario concierto de Monstruación al que asistieron en torno a las dos mil personas. El impacto de esta visita y de ver las dimensiones del movimiento punk en la capital, el hartazgo de no encontrar nada semejante en Valladolid y de pedir sin éxito la cesión de locales de ensayo y de salas donde poder tocar fueron generando un caldo de cultivo que les haría plantearse probar algo semejante en nuestra ciudad. Una de las primeras acciones de AJO fue 'okupar'' La Quinta Ana Mari en el año 1993, situada en la carretera de Rueda.
La experiencia duraría muy poco, ya que la policía llegó a la media hora. Ésta trataría de pactar con las personas que estaban dentro pero ellas se negaron, pasaron la noche dentro y a las 8.00 horas de la mañana del día siguiente fueron desalojadas. Según dicen dos de los participantes de la acción, en el momento de la okupación consiguieron un apoyo de 200 personas. Hubo diez detenciones pero el abogado que llevó el caso, Alberto Blanco, consiguió que fueran absueltos. Tres meses después harían un segundo intento, esta vez con el llamado Supermercado de la Renfe. La entrada se produjo a continuación de una manifestación realizada a favor de la 'okupación', pero la policía intervino a la mañana siguiente. En esta ocasión hubo cuatro detenidos, aunque el caso fue nuevamente archivado debido a una carga policial que tuvo lugar durante el desalojo que se saldó con varios menores agredidos.
Con el tiempo AJO se acabó escindiendo. "Los que querían 'okupar' se marcharon a lugares como Barcelona o el País Vasco", señala José, uno de sus integrantes.
Posteriormente, de gentes que habían pasado por la AJO y de otros surgió la idea de abrir el Centro Social Autogestionado La Polilla que, si bien no fue resultado de una 'okupación' (estaban en régimen de alquiler), tuvo un funcionamiento como tal. Ubicado en los talleres de la Renfe, durante el año y medio de su existencia sus integrantes propusieron una serie de actividades entre las que podemos destacar la celebración de un taller sobre 'okupación' en el que se compartieron experiencias como la del Labo en Madrid o la del Centro Social Autogestionado Puig Antich en Barcelona, a la que se sumó una campaña sobre la conveniencia de poder contar en Valladolid con centros sociales autogestionados y viviendas 'okupas' con las que poder fortalecer el movimiento libertario.
De La Polilla surgió un grupo de personas que entraría en unas viviendas de la calle San José de Calasanz durante la Semana Santa del año 2000, aunque a los diez días fueron desalojados. La no renovación del contrato por parte de la Renfe provocó el traslado de los integrantes de La Polilla a un local en la calle Ánade, donde permanecerían entre el año 2001 y el 2004. En este recorrido por el movimiento 'okupa' de Valladolid hay una parada imprescindible; la del BAH (Bajo el Asfalto está la Huerta). Inspirándose en esta experiencia iniciada en el año 1999 por el colectivo Mala Hierba de la Universidad Autónoma de Madrid con el objetivo de ofrecer un modelo de agricultura periurbana y autogestionada a partir de grupos de consumo y autoconsumo, un grupo de personas decidió poner en funcionamiento algo similar en Valladolid.
Una finca situada en la carretera Arca Real se convirtió en la sede de este proyecto que comenzó en el año 2002, cuyo origen tiene una historia a medio camino entre la magia y el surrealismo puro y duro. Tal y como afirma Pedro, uno de los integrantes del BAH, cuando llegaron a la casa justificaron su presencia diciendo que habían ido allí como miembros de una asociación cultural para grabar un vídeo sobre las casas encantadas. Su intención de querer quedarse en ese lugar quedó explícitamente clara cuando pidieron al vecino de al lado, que trabajaba en una vaquería, un poco de aceite con el que poder arreglar las vigas de la casa. "Las puertas de la casa estaban abiertas
de par en par, así que entramos, cerramos y empezamos a limpiarla", aclara Pedro. La fecha de la 'okupación' efectiva, inicialmente efectuada por miembros de La Polilla, debemos ubicarla en el primero de mayo del 2002.
A mediados de mes la afluencia de gente que pasaba a visitarla, echar una mano y colaborar fue creciendo y a partir de entonces el proyecto fue creciendo cada vez más. Entre 2002 y 2006 funcionó como vivienda, pero también había huertos y parte de las instalaciones se prestaban a colectivos de Valladolid para permitir su autofinanciación a partir de la organización de charlas, jornadas, fiestas y conciertos.
A partir de 2006 la finca empezó a funcionar como BAH. La creación de cuatro grupos de consumo y la implicación de una veintena de personas (seis de las cuales viven actualmente en la casa) ha permitido que esta experiencia se mantenga hasta hoy en día. Para formar parte del BAH se necesita un compromiso de permanencia de un año como mínimo, así como el de participar en la producción trabajando la tierra y en el mantenimiento de las instalaciones.
[NDR: En fechas posteriores, han existido otras experiencias de okupación como el CSA Lavadero, las naves de detrás de Michelín -okupadas puntualmente para conciertos- o viviendas que a nadie importa si siguen o no más que a quien las habita y a quienes les apoyamos activamente... todo esto viene a demostrar que el movimiento okupa puede si quiere, que la okupación es posible a pesar del alcalde y sus policías y de que por mucho que nos pongan trabas seguiremos okupando. No queremos valorar el artículo pero nos pareció un resumen interesante para quien no supiera nada de todo esto]
Más actuales, y también más conocidas, son dos experiencias más que deben incluirse en todo recorrido por el movimiento de 'okupación' vallisoletano.
La primera de ellas es la del antiguo Colegio San Juan de la Cruz del barrio de La Rondilla, que en su brevedad (no llegó a la semana) reunió a un grupo de personas que, constituidas como la Asamblea Ciudadana C.S.A. El Colegio, entraron en el edificio para limpiarlo tras doce años de abandono y probar en sus aulas una experiencia de centro social autogestionado que no llegó a cuajar debido a la entrada policial en el edificio durante la mañana del 10 de mayo. La otra experiencia, la del CSOA La Guardería, se prolongaría entre el 14 y el 28 de noviembre del pasado año.
A lo largo de sus dos semanas de vida hubo ocasión de organizar talleres de lengua de signos,
percusión, cuentacuentos, conciertos, charlas... a los que se sumó una cafetería de precios populares, una tienda gratis y una biblioteca. Durante el tiempo que estuvo funcionando consiguió reunir en un edificio abandonado durante once años a un buen grupo de personas de todas las edades que se fueron sumando a un proyecto que terminaría con el desalojo de los integrantes del centro social para albergar en sus instalaciones un hotel de lujo que actualmente está en fase de construcción.
[Se olvidan también de un reciente intento en la Vitoria y el punto de vista es limitado y sin embargo es necesario el ejercicio de la memoria]
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ResponderEliminarMuy interesante...
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