Prolegómenos
Soy profesor de Griego y Latín
con destino definitivo en el I.E.S. Aravalle (El Barco de Ávila) desde hace
nueve cursos. En todos los centros en que he trabajado, y más en éste, un
centro pequeño con entre 220 y 240 alumnos, donde soy el único profesor del
Departamento, he luchado por el mantenimiento del Bachillerato de Humanidades. Casi
todos los años llevo a mis alumnos
a los festivales
de Teatro Grecolatino (Segóbriga, Mérida, Itálica...), los apunto a concursos
de Cultura Clásica (desplazándonos a veces en los coches particulares de los
familiares), pongo carteles animándolos a matricularse… En fin, nada nuevo que
no conozcan de sobra los compañeros de Latín y Griego, porque todos estamos en
la misma situación y, quien más, quien menos, nos dejamos la piel por nuestros
alumnos. En cursos pasados me he visto en la necesidad de recurrir a la Asociación de Padres y
Madres, y he llegado incluso a solicitar telefónicamente a la Alta Inspección el
envío de un profesor más al Departamento, cuando la matrícula de alumnos en la E.S.O. (no tanto en el Bachillerato) era excelente. Los representantes
de la Administración
(el Equipo Directivo del centro) jamás se han dignado atender estas y otras
reclamaciones, como, por ejemplo, dejar de asignar las materias “excedentes” de
nuestro Departamento a quien estimaran conveniente sin pedirnos opinión siquiera.
Finalmente, desde hace tres o
cuatro años la matriculación ha caído en picado, hasta el punto de que este curso
2012-2013 no hay alumnos de Humanidades ni en 1º ni en 2º de Bachillerato.
Previendo esta situación, a finales de junio, los representantes de la Administración, a
la vista de la nueva política educativa plasmada en la legislación más reciente,
me ofrecieron la posibilidad de continuar en el centro si asumía la docencia de
12 horas de Ciencias Sociales de 1º de E.S.O., que, unidas a las 3 horas de
Latín de 4º, las 2 de Cultura Clásica de 3º y las 2 de reducción por Jefatura
de Departamento Unipersonal, conforman prácticamente la jornada a tiempo
completo. Naturalmente, acepté. A mediados de septiembre, sin embargo, la cosa
había cambiado radicalmente. En vez de las 12 horas acordadas, me ofrecen
diversas combinaciones entre Lengua, Sociales, Ciudadanía etc., que, por último
se concretan en: 4 horas de Ciencias Sociales de 1º de E.S.O. (hay un total de
8 disponibles en vez de las 12 previstas), 6 horas de Ciencias Sociales de 2º
de E.S.O. (hay un total de 9 disponibles en vez de las 6 previstas) – hasta aquí
hubo una pequeña negociación, como digo – y ¡oh, sorpresa! 3 horas de Plástica
de 1º de E.S.O. – aquí imposición pura y dura – . Cualquiera puede darse cuenta
de que, puestos a imponer, las materias afines (Lengua, por ejemplo), son más
“imponibles”, al margen de que consta que este profesor también es Licenciado
en Filología Hispánica. Se les escapó el detalle. A mis serias admoniciones de que
soy completamente lego en los secretos de la escuadra y el cartabón
corresponden con una seráfica sonrisa.
El enigma del cambio de
panorama
Entiendo que un cambio en la
distribución de los alumnos por grupos, que no soy quien para discutir, implica
necesariamente un cambio en la asignación horaria del profesorado. Pero, en mi
caso particular, había otras combinaciones posibles de reunir las 12-13 horas
necesarias para completar el horario: 4 horas de Lengua de 1º y bien 8 horas de
Ciencias Sociales de 1º, bien 9 horas de Ciencias Sociales de 2º; incluso, si
tanto se empeñan en la escuadra y el cartabón, 3 horas de Plástica de 1º y 9
horas de Ciencias Sociales de 2º. Pero no, tenía que ser Plástica-sí-o-sí,
Sociales de 1º y Sociales de 2º. ¿De dónde tanta inquina?
Pues, la verdad, no lo sé. Quiero
creer que lo que voy a añadir no tenga nada que ver. El único alumno de 2º del
Bachillerato de Humanidades con varias asignaturas suspensas en la convocatoria
de septiembre, entre ellas el Griego y el Latín, se ha visto obligado a
cambiarse a la modalidad de Ciencias Sociales[1]. En los impresos
de matrícula hasta habían suprimido las casillas de estas dos asignaturas.
Cuando el alumno me informó del tema – omito lo referente a algunas
insinuaciones de los representantes de la Administración
sobre si podía mirar de revisar las notas de sus exámenes – mi consejo fue que
su madre elevase inmediatamente una queja a la Inspección. Y
así se lo hice saber a aquéllos.
La media jornada
Volviendo al tema del horario,
ante la perspectiva de semejante cóctel de asignaturas para todo un curso,
decidí solicitar una reducción a media jornada (10 horas lectivas). Aparte la
bronca del señor Director (poca cosa comparada con las descalificaciones que me
dirigió días más tarde), el señor Jefe de Estudios no se lo tomó tan a mal,
aparentemente. Me indicó que reuniera la documentación necesaria y aguardara la
respuesta de la Dirección Provincial,
que, afortunadamente fue afirmativa. Parecía que la cosa, después de todo, no
iba a acabar tan mal. Me imaginaba que tendría 3 horas de Latín de 4º, 2 de
Cultura Clásica de 3º, 2 de Jefatura de Departamento, 1 Guardia (la 1ª Guardia
del horario se considera lectiva si no se es tutor) y 2 horas de relleno con
M.A.E. o algo así; o, en el peor de los casos, 3 horas de Plástica, ninguna
M.A.E. y ninguna guardia. Pero no. Los planes de los representantes de la Administración iban
por otro camino: me quedo con las 3 horas de Plástica-sí-o-sí, me asignan una
M.A.E. y tres guardias (la 1ª, lectiva, claro). ¿Cómo lo han hecho? ¡Suprimiendo el departamento de Griego y
Latín! Este profesor ha sido adscrito al Departamento de Plástica (pasando
por alto el hecho de que imparte menos horas de ese Departamento que del suyo
propio). Y me pregunto: las asignaturas de Latín de 4º y Cultura Clásica de 3º
¿a qué Departamento pertenecen ahora? La guinda del pastel fue cuando, en el
despacho, el señor director, en presencia del resto de representantes de la Administración, se
permitió todo lujo de descalificaciones hacia este profesor, culpándolo
directamente de la paupérrima matriculación en las asignaturas del
Departamento. Bien presente debería tener las peleas de cursos anteriores, si
no es bien flaco de memoria.
Y ahora, ¿qué?
Pues bien sencillo. De ninguna
manera pienso aceptar ninguna destitución “encubierta”. Al día de hoy me
considero a todos los efectos profesor del departamento de Griego y Latín, cuya
jefatura, unipersonal, me pertenece en toda regla, y por el cumplimiento de
cuyas funciones me corresponden 2 – si no 3 – horas de reducción lectiva.
Espero y deseo, como hago constar en el escrito que he dirigido a los
representantes de la
Administración, que por el bien del alumnado, del profesorado
y de la convivencia general del centro, rectifiquen inmediatamente y me asignen
el horario que en derecho me pertenece.
Antonio Royo Legarre
Jefe del Departamento
de Griego y Latín del I.E.S. Aravalle
El Barco de Ávila, 25
de septiembre de 2012
[1] Me
pregunto si el título de Bachiller en Humanidades y Ciencias Sociales – nunca
mejor dicho: Humanidades de 1º y Ciencias Sociales de 2º – que va a recibir el
alumno, no contendrá ningún defecto de forma y será plenamente válido en todo
el territorio nacional; en todo caso, aún siendo legal, la formación será deficiente
tanto en una modalidad como en la otra.
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