Un poco de Historia
Las referencias sobre el origen de la celebración del 8 de marzo que se basan en el incendio de la fábrica en Nueva York o en la manifestación de las trabajadoras son falsas debido a la manipulación de querer silenciar el verdadero origen de esta festividad.
En relación al incendio, basta con mirar el calendario para hacer tambalear esta teoría. El 8 de marzo de 1908 era domingo, un día un tanto extraño para declararse en huelga y perjudicar al empresario. Sí que hubo un incendio en la fábrica la “Triangle Shirtwaist Company” donde murieron muchas mujeres, la mayoría chicas inmigrantes entre los 17 y 24 años, pero no fue el 8 de marzo de 1908 sino el 25 de marzo de 1911, dos días antes a la primera celebración del Día Internacional de la Mujer.
En cuanto a la manifestación, aunque ésta tuvo lugar, no fue ni el 8 de marzo de 1857, ni el 8 de marzo de 1908 como se suele referenciar. Fue el 27 de septiembre de 1909 cuando las/os empleadas/os del textil hicieron una huelga de trece semanas (hasta el 15 de febrero de 1910) en demanda de mejoras laborales. Este acontecimiento tampoco es el origen de la celebración del 8 de marzo.
Las historiadoras Liliane Kandel y François Picq afirman que el mito que sitúa la manifestación en el año 1857 fue creado en 1955 para eliminar el carácter comunista que más tarde adquiriría el Día Internacional de la Mujer.
La decisión de convertir esta celebración en una festividad internacional corrió a cargo de Clara Zetkin (1857-1933), líder del movimiento alemán de mujeres socialistas. Pero la propuesta presentada por Clara Zetkin en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague los días 26 y 27 de agosto de 1910, para organizar la celebración de un Día Internacional de la Mujer no era del todo original. Tenía un antecedente en el que inspirarse: el Women’s Day que las socialistas estadounidenses llevaban celebrando desde 1908, cuya finalidad era la reivindicación del derecho al voto para las mujeres.
La primera celebración del Día Internacional de la Mujer se produjo el 19 de marzo de 1911, y fue seguida en Austria, Alemania, Dinamarca y Suecia. En los primeros años, el Día Internacional de la Mujer se festejaba en fechas diferentes según los países. Pero en 1914, a propuesta de las alemanas, el Día Internacional de la Mujer se conmemoró por primera vez el 8 de marzo en Alemania, Suecia y Rusia. La única autora que se aventura a dar una explicación sobre la elección de esta fecha es Renée Côté, quien sólo apunta como posibilidad el hecho de que el mes de marzo estaba cargado de contenido revolucionario, pero sin dar ningún argumento sólido sobre por qué ese día en particular y no otro.
Una lucha para todo el año
Sentimos que un sólo día de reivindicación por la lucha feminista se queda corto. La lucha por la liberación de la mujer no puede reducirse a un día de manifestaciones, o a lo sumo una semana de actividades lúdico-culturales que promueven algunos ayuntamientos para guardar las apariencias.
Además, a algunas de nosotras nos molesta la aparente unión que se genera ese día de manifestación; ya que salen a la calle desde feministas de partidos políticos hasta feministas que luchan por la liberación de la mujer, pero a un nivel global, viendo esta lucha como una forma más de combatir al sistema de dominación actual. Sabemos que hay colectivos y personas que trabajan este tema durante todo el año, pero también creemos que este tema debe tratarse de forma transversal en nuestro día a día.
La sociedad machista en la que vivimos se denomina patriarcado, que en palabras de un escrito feminista explica que es “una forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la que se da el predominio de los hombres sobre las mujeres. El patriarcado ha surgido de una toma de poder histórico por parte de los hombres, quienes se apropiaron de la sexualidad y reproducción de las mujeres y de su producto, los hijos e hijas, creando al mismo tiempo un orden simbólico a través de los mitos y la religión que lo perpetuarían como única estructura posible”. Es imprescindible entender lo que supone este sistema patriarcal, para poder situar y contextualizar la lucha feminista, tanto la actual como la pasada.
El objetivo del feminismo es acabar con este sistema de opresión. Pensamos que en nuestra lucha contra la opresión ejercida por el patriarcado no caben reformas legales, sino cambios sociales. La opresión siempre ha sido combatida por quienes la sufren, por eso es tan importante vincular la lucha feminista con otras luchas en contra de la dominación. Para ello queremos distinguir el feminismo de Estado (del que hablamos en el número anterior de esta publicación), que pretende pequeñas reformas legales sin profundizar en los orígenes de la dominación, del feminismo que podríamos denominar radical, que pretende la liberación de la mujer en un contexto más amplio, incluyendo las diferentes formas de opresión sufridas (pobreza, racismo, homofobia, etc.) y posicionarnos a favor de éste último.
EXTRAÍDO: TODO POR HACER
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